Hola, mi nombre es Rosa Clotilde Chacel Arimón, pero me suelen llamar Rosa Chacel.
Nací en Valladolid el 3 de junio de 1898 y mi corazón dejó de latir el 27 de julio de 1994 en Madrid, por lo que este blog lo escribe mi espíritu reencarnado en otra persona que resulta ser estudiante de 2º de Bachillerato en el IES Ramón y Cajal.
Mi familia era muy liberal y por eso me considero una persona muy independiente. Mi tío abuelo era José Zorrilla, uno de los autores vallisoletanos más importantes. Mi madre Rosa-Cruz Arimón fue mi maestra durante mi infancia.
En 1908, mi familia y yo nos mudamos al Barrio de las Maravillas de Madrid para poder vivir más cerca de la casa de mi abuela.
Durante toda mi vida he estado en diferentes escuelas como la Escuela de Artes y Oficios, la Escuela del Hogar y Profesional de la mujer y por último en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando. En esta última escuela, conocí a mi marido (el pintor Timoteo Pérez Rubio) y a uno de mis mejores amigos, Ramón Valle-Inclán.
Algunos de mis amigos como José Ortega y Gasset, Miguel de Unamuno, Ramón Gómez de la Serna y Juan Ramón Jiménez y yo, nos solíamos reunir en el café Granja El Henar y el Ateneo para discutir sobre diversos temas y compartir conocimientos. Me acuerdo que mi primera conferencia se llamaba "La mujer y sus posibilidades".
Después de mi viaje de recién casados, empecé a colaborar en la revista de Occidente, en la Gaceta Literaria y en Ultra. Cuando tenía 32 años, se cumplió uno de mis deseos, ya que publiqué mi primera novela titulada Estación. Ida y vuelta.
En 1936, un periodo complejo e inseguro hace que me traslade a Buenos Aires, ya que en España tras el estallido de la Guerra Civil era difícil mantenerme a salvo. Durante este difícil momento, escribo algunas de mis obras más conocidas, como Teresa, Memorias de Leticia Valle y La sinrazón.
Finalmente, en mis últimos años de vida, recibí el Premio de las Letras Españolas, el título de "honoris causa" por la Universidad de mi ciudad, Valladolid, y la Medalla de Oro al mérito de Bellas Artes.
Pese a todo mi trabajo y esfuerzo, mis amigas y yo no aparecemos nombradas en ningún libro de texto, lo cual nos hace sentir desconocidas e infravaloradas. En mi época de juventud, era común este trato a la mujer, pero en este momento, me gustaría que revaloraran nuestro trabajo realizado y que aparezcamos en los libros de texto al igual que los hombres.
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